Tras la Guerra Civil se inicia la dictadura franquista y el exilio de muchos intelectuales españoles. La literatura se sume en un profundo aislamiento, atenazada por la censura política e ideológica. Solo dos posturas aparecen como posibles: o se aprueba y acepta la nueva situación o se refleja la desesperanza en el presente y en el futuro. Dámaso Alonso, poeta del grupo poético del 27, definirá estas dos posturas como POESÍA ARRAIGADA Y POESÍA DESARRAIGADA.
LA POESÍA DESARRAIGADA
Surge en 1944 tras la publicación de dos importantes obras: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso (la segunda obra es la que tiene más repercusión) y el nacimiento de la revista Espadaña ese mismo año. En los temas aparece una religiosidad conflictiva, llena de dudas y desesperación, que se expresa mediante invocaciones a Dios como responsable del dolor humano; también se refleja el tema del hambre, la represión, la injusticia, etc. Dentro de este grupo, podríamos citar a: Gabriel Celaya, en Tranquilamente hablando. José Hierro Tierra sin nosotros. Blas de Otero, en Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia.
(Hijos de la ira, Dámaso Alonso)
INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
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